La familia Walker de Argentina, viajó 20.000 kilómetros en
una camioneta Volkswagen remodelada para estar en Filadelfia para la visita
papal. Nunca en sus sueños pudieron imaginar que realmente se encontrarían con
el papa. Pero el domingo, su teléfono sonó a las 6:00 de la mañana. Era del
Vaticano.
Francisco se había percatado de sus conciudadanos de Buenos
Aires y su viaje de 194 días a través de 13 países. Decidió tomarse el tiempo
para reunirse con Catire Walker, de 41 años, su esposa, Noel Zemborain, de 39 años,
y sus cuatro hijos, de entre 3 y 12 años.
Walker dijo que el caos llegó después de la llamada del
Vaticano, que les dijo que fueran al Seminario de San Carlos. Los seis se
apuraron para estar listos tan rápido como pudieron. Cuando llegaron, todavía
incrédulos, se les pidió que esperaran en una sala. A los cinco minutos, estaban
de pie delante de Francisco.
"¿Es la familia que viajó desde Buenos Aires? Están
locos", dijo el papa, riendo
Era exactamente la reacción que la familia había
pronosticado en julio cuando les preguntó que podría pensar el papa sobre su
largo viaje. Pero en aquel entonces no tenían ni idea de que el pontífice
estaba siguiendo sus viajes -la familia mantiene un blog y ha estado publicando
en Facebook y Twitter-.
Walker dijo que la conversación se sentía como si se
encuentraran ante un viejo amigo para tomar un café. Estaba relajado, informal
y cómodo. Dijo que el papa reconoció su valor por el viaje que hicieron como
familia.
Le dijeron al papa que había miles de familias en Estados
Unidos que lo amaban y estaban orando por él. Francisco les respondió que tenía
enormes responsabilidades y que necesitaba de sus oraciones, dijo Walker.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, reconoció a la
familia Walker en una conferencia de prensa el domingo.
"El papa se ha reunido con una interesante familia
argentina que vino en una Kombi y con cuatro hijos, de Argentina a
Filadelfia", dijo Lombardi. "El papa me dijo explícitamente que
dijera esto porque para él fue un momento muy interesante, y la experiencia de
esta familia le ha tocado mucho".
La hija mayor de la familia, Cala, de 12 años, se abrazó al
papa y no lo soltaba. Llevaba un rosario con ella y le pidió a Francisco que lo
bendijera. Entonces, antes de partir, toda la familia se dio un abrazo de grupo
con el papa.
"Gracias por venir", les dijo.
"Gracias por inspirarnos para salir", dijeron
ellos.
A medida que el papa se iba, se dio la vuelta y dijo con una
carcajada: "¡son unos alborotadores!"
En marzo, la familia Walker llenó con todo lo que necesitarían
su Volkswagen de los 80 e inició su ruta hacia el norte desde Buenos Aires.
Para Walker y Zemborain era importante hacer este viaje por carretera. Querían pasar
ese tiempo con sus hijos.
"Celebramos la familia. La nuestra y todas",
dijeron a su llegada a Filadelfia, donde han estado asistiendo al Encuentro
Mundial de las Familias. Su camioneta, de nombre Francisca por el papa, lleva
una pegatina con el logotipo del evento.
En todas partes que la familia visitó, los curiosos se
detuvieron para preguntar y se quedaban maravillados con el amor de la familia
y su fe en Dios.
La fe, por los Walker, nunca tuvo que ver con la iglesia y
sus rituales, sino con los acontecimientos cotidianos de la vida. En Francisco
finalmente vieron a un papa que entiende a la gente común como ellos, un papa
que habla de cosas que ningún otro papa había discutido abiertamente antes.
Además, se sentían inmensamente orgulloso de que Francisco
era argentino. Habían seguido a Jorge Bergoglio estrechamente cuando era
arzobispo de Buenos Aires e incluso lo habían visto de cerca después de que fue
nombrado papa.
Hicieron el viaje de sus vidas para verlo de nuevo en
Filadelfia.
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